domingo, 17 de enero de 2016

SEXO CONTIGO

Y te la endosé hasta el fondo. La base de tu sexo haciendo tope en la estrechez de tu cavidad invadida por mi verga. Gritaste como un susurro y aullé como un lobo herido, al sentir el tirón de tu vagina al sacártela de golpe. Abrí tu carne con mis surcos. Labré gemidos en tus labios y grité de fuerza y de excitación. El golpe de tu cuerpo entregado contra el mío. El límite de tus centros haciéndome caricias sobre mi dureza. 


Tu mirada extasiada en cada empotre. Tu cuerpo elevado y tus pezones rojos en cada invasión. Tu cesión de cuerpo y alma en cada penetración. Mi pasión transferida a tu deseo. Tu carne con mi carne redimida por nuestros instintos. Sueño y realidad encontrados. Fantasía y escenario en el teatro de las ganas. Repetición de envite tras envite, tirón tras tirón, mirada tras mirada y placer tras placer entre tus muslos.

Gritos, respiraciones y gemidos, sexo, real, sin límites ni razones; sexo del bueno.

domingo, 27 de diciembre de 2015

La broca del alma

Siento el sabor de tu piel en mis labios. Los gemidos de tu boca abriéndose paso al mismo compás que tus piernas realzan tu vientre sobre mi pelvis. Mi broca taladra taladra el agujero de tu deseo entre los espasmos de un piel con piel inquebrantable, en mitad del pecado carnal más anhelado. Noto como tu propia pericia excitada envuelve mi tranca entre la locura de unos muslos que derraman tus ganas sobre mí. Aun no lo sabes, pero tus ganas no son genéricas son solo mías.





Siento como el fondo de mi punta, choca contra el fondo de tus entrañas. Como llegar más lejos es necesidad más que fuego entre tu y yo. Penetro, taladro, siento y sueño entre tus piernas. En el punto justo dónde sé y quiero estar. Desplazas mi piel sobre mi largura excitada en cada nuevo alarido. Tus ojos de placer, son el placer de mi cuerpo. Haces ventosa sobre mi corona, haciendo tuyo el taladro del deseo carnal. Lamidas de tus labios, los de debajo, sobre la rugosidad de mi rabo. Fuerte, duro, claro y tenso. Una vez y otra, contra y por ti. Dentro y más afuera, sin límites; sólo los que nos ponemos tu y yo, y es que no podamos más del gusto.


Te la clavo, sin miramientos, sin parar, sin pensar, hasta que me regalas tu orgasmo. Esos ojos de éxtasis perdidos en el espacio y el tiempo, acompañados del danzar de la corrida de tu sexo, son los que me conducen al paraíso, de perderme en ti, una y otra vez.