domingo, 27 de diciembre de 2015

La broca del alma

Siento el sabor de tu piel en mis labios. Los gemidos de tu boca abriéndose paso al mismo compás que tus piernas realzan tu vientre sobre mi pelvis. Mi broca taladra taladra el agujero de tu deseo entre los espasmos de un piel con piel inquebrantable, en mitad del pecado carnal más anhelado. Noto como tu propia pericia excitada envuelve mi tranca entre la locura de unos muslos que derraman tus ganas sobre mí. Aun no lo sabes, pero tus ganas no son genéricas son solo mías.





Siento como el fondo de mi punta, choca contra el fondo de tus entrañas. Como llegar más lejos es necesidad más que fuego entre tu y yo. Penetro, taladro, siento y sueño entre tus piernas. En el punto justo dónde sé y quiero estar. Desplazas mi piel sobre mi largura excitada en cada nuevo alarido. Tus ojos de placer, son el placer de mi cuerpo. Haces ventosa sobre mi corona, haciendo tuyo el taladro del deseo carnal. Lamidas de tus labios, los de debajo, sobre la rugosidad de mi rabo. Fuerte, duro, claro y tenso. Una vez y otra, contra y por ti. Dentro y más afuera, sin límites; sólo los que nos ponemos tu y yo, y es que no podamos más del gusto.


Te la clavo, sin miramientos, sin parar, sin pensar, hasta que me regalas tu orgasmo. Esos ojos de éxtasis perdidos en el espacio y el tiempo, acompañados del danzar de la corrida de tu sexo, son los que me conducen al paraíso, de perderme en ti, una y otra vez.